Parte II
Trece
Hace días que mi mujer enfermó y no se cura,
no sé qué hacer con ella, hemos ido a los más afamados doctores y aun así no se
sabe que es lo que tiene. Hoy pedí un turno con una curandera, para ver si es
que ella nos podría ayudar con este serio problema, también le notifique al
hospital que ese día no iría a trabajar. Reuní valor me duché, me cambié y
comencé a caminar (Tuve que ir a pie solo porque ninguno de los dos tenía un
coche, moto o bicicleta) hasta la puerta de la curandera Morgana. Cuando me
paré al frente a la puerta, toqué con fuerza, sabía que mi mujer se
podría morir si es que yo no me apresuraba a buscar su cura. Una mujer alta de
ojos negros penetrantes me miró con mala cara, sabía que yo era quien le
interrumpía en su casa. Me hizo pasar, ella sabía a lo que venía me dijo- Hola
Valentín, ¿Cómo está tu esposa?-
-
¿Cómo sabes cómo me llamo?, ella ésta muy grave, hace días
que no puede ir a trabajar. Por eso vengo hoy aquí, quisiera saber si sabe ¿que
tiene y como puedo ayudarla?
-
Yo puedo hablar con el más allá, sé que tú tienes un hermano
en la cárcel, sé que tu madre se suicidio al saber que tu padre la traicionó
con tu sirvienta, sé que te casaste con la mujer que se quedó parapléjica y se
traslada con una silla de rueda
-
¡Wow!, me sorprendí.
-
Por favor dime dónde es que le duele
-
Le duele cerca del corazón, realmente nadie sabe lo que puede
ser, hemos ido a muchos lados, pero nadie sabe que es
-
Ya sé, es un malestar que solo se pasa con un té de una
planta que sale absolutamente cara, solo crece en la cima del Everest en sus
cuevas más altas.
-
No creo que pueda pagarle, mi mujer me necesita, ésta muy
enferma. ¿Qué puedo hacer para pagarle?
-
Sabes que en la vida uno consigue muchos amigos y enemigos,
más enemigos que amigo, algunos son muy molestos y cargosos, algunas veces me
gustarían que desaparecieran- dijo mientras me guiñaba un ojo.
-
O.K, dígame a quien le gustaría que desapareciera- le dije. Yo
ya había entendido lo que quería que hiciese.
-
Candelaria Berti, ella fue una compañera que siempre se
burlaba de mí por tener una amiga con labio leporino, ella nos trataba de
lesbianas.
-
Si tengo que matar alguien por amor lo haré, pero por favor
dame esa planta.
-
Solo te voy a dar la planta cuando me traigas o su cabeza o
su cuerpo sin vida
-
Pero la necesito ya, mi mujer ésta enferma.
Al terminar
de decir esto, me di cuenta que ya se había vuelto de noche, no llegaría a casa
y si volvía no sería con vida. Solo llevé lo suficiente para pagar los 150
pesos de la consulta, sin decir que debía de “desaparecer” a una mujer. También
debía de pedir asilo a la curandera.
Catorce
Es el primer
día que desperté en la casa de Morgana, le conté sobre mi situación, sobre que
no podía volver sin la cura al malestar de Valentina, mi esposa, esta lo
comprendió y fue muy empática conmigo y me dijo:- no te preocupes, pues yo te
daré asilo sin tener que cobrártelo, siempre y cuando te comprometas a asesinar
a quien te dije que debías matar. Hasta que no consigas la cabeza de Candelaria
Berti no te dejare ir.
Ese día la
curandera, me dio el domicilio de Candelaria y me dijo que viera de hacerme el
amigo de ella. La casa de Candelaria no quedaba tan lejos que podía pensar,
casi eran vecinas, solo cuatro cuadras las separaban a quienes se odiaban con
toda el alma. Morgana me invitó a desayunar, me contó sobre cómo es que había
conocido a su amiga con paladar englido, y como es que Candelaria las
maltrataba a ambas, sobre sus defectos y su relación. Se hizo de tarde cuando
tomé valor para encaminarme a la casa de Candelaria. Cuando llegue toque la
puerta y me le presenté tratando de convencerla que estaba descompuesto y le
pedí un vaso de agua, la mujer que me abrió la puerta era un poco más joven que
Morgana, a mi gusto ella era muy bonita de tono oscuro, parecía tan carismática,
me invitó a entrar, me dio un vaso de agua y me pregunto cosas como mi nombre y
mi domicilio. Le conté que estaba ayudando a una amiga con un problemita.
Luego me
invitó a almorzar con ella, parecía que se había enamorada de mí, pero le dije
que no que hoy estaba ocupado, que quizás otro día, la pasaría a visitar y si
podíamos, hacer algo juntos. Ella me comentó sus datos personales y me dio su
número, lo agendé ya que sabía que debía de verla de nuevo.
Cuando estaba
volviendo, me puse a pensar sobre la mujer a la que iba a matar, no era
merecedora de morir, lo mismo ya era muy tarde. Valentina se estaba muriendo y
yo aquí.
Ese día a la
tarde le pedí a Morgana que me diera Cianuro para matar a aquella mujer. Por un
momento ella desapareció y luego apareció con un tarrito de cianuro junto a un hacha
pequeña y un bidón de nafta y fósforos, solo me guiñó un ojo, me acordé que
debía de degollarla. Yo ya estaba preparada psicológicamente para hacer lo que
me veía forzado a hacer.
Esperé a que
el día quedara totalmente en la sombra de la oscuridad nocturna, le agradecí a
Morgana porque me estaba auxiliando dándome asilo, le prometí que mañana si o
si le traería la cabeza de Candelaria.
Cenamos, le
agradecí la comida, me duché, me cambié (poniéndome la ropa que llevaba cuando
salí de casa con el fin de encontrar la solución al problema de mi esposa) y me
fui a dormir, lo único que incomodaba a mi estadía en lo de Morgana era que al
ser una casa tan desolada y haber poco espacio solo daba lugar a una sola cama
matrimonial. Por lo menos prefiero esto antes de estar durmiendo bajo el cielo
estrellado, muriéndome de frio y llorando por dentro al pensar en Valentina sin
poder hacer nada, encerrada entre esas cuatro paredes. ¿Qué será de ella? Me
pregunté.
Quince
Me levanté
sin animo, sabía que a partir de hoy no sería una persona de bien, que debía de
sacrificar a una mujer y que a la vez matar a mi cordura, mi reputación y
ensuciar con sangre que no fuera de una persona del hospital, eso me jugaba en
ventaja, mi experiencia con la sangre de los quirófanos, me volvería más
resistente al ver a alguien sangrar.
Me encaminé
hasta la mesa y ya al frente de esta extendí mi mano y tomé todas cosas, el
cianuro y un hacha pequeña, el bidón de nafta y los fósforos y las coloqué en
una mochila que Morgana me prestó para llevar todo. Ya preparado abrí la puerta
y salí en búsqueda de aquella chica que no merecía el mal. Al caminar por las
cuatro calles en búsqueda de Candelaria, tomé un poco de sol ese día sí que
hacía mucho calor, decir que sudé solo
al comenzar la segunda cuadra, mientras caminaba pensaba en Valentina, ¿si es
que no estuviera enferma y se quisiera deshacer de mí?, luego me imaginé a
Fabián, un amigo de Valentina, besándose con ella mientras yo acá como un
idiota que está por asesinar a alguien por algo que no se sabe si es o no que
funcione.
Ya en lo de
mi futura víctima, toqué la puerta con
timidez, a lo que Candelaria me abrió e
ingresé en la casa sin pedir permiso, ella se sorprendió de que yo volviera. Me
saludó y de forma cómica dijo
-
Pasa, te invito a que pases
-
Oh, disculpa mi interrupción, dije enrojecido, sabía que
había hecho mal al ingresar sin pedir permiso
-
Relájate, puedes sentirte como en tu casa, ¿Dime qué te trae
por aquí?, dijo al verme sonrojado.
-
Gracias, solo vine porque me prometiste un trago.
-
No recuerdo haberlo dicho, pero igual te lo invito. Sacó dos
vasos y en ellos sirvió una medida de tequila en cada vaso
-
¿Podrías por favor traer papel de cocina para mi nariz?
-
Sí, como no
Aproveché la situación, saqué el cianuro que
tenía en un frasquito de vidrio que tenía en la mochila de Morgana, vertí todo
su contenido en el vaso, y este al ser incoloro y sin sabor pasaba muy
disimulado. Ya tenía el vaso de tequila con cianuro mezclado y en mi mano el de
tequila que no tenía nada malo cuando Candelaria llegó con el papel de cocina
en mano. Me soné la nariz, porque en serio tenía mocos y luego le dije que
brindáramos por nuestro encuentro,
alzamos nuestros vasos de tragos e hicimos ambos un fondo blanco, en cuestión
de minutos ella cayó al suelo y comenzó a convulsionar, ya que estaba
paralizada por el veneno saqué mi hacha pequeña y comencé a hachar el cuerpo de
la inocente, la mayoría de los hachazos iban dirigidos al cuello, mientras la
hachaba lloraba, sabía lo que estaba haciendo y aun así no paré. Terminé por
arrancar la cabeza con ambas manos, la sangre chorreaba como la que se vuelca
al clavar un puñal a un cerdo en el matadero. Ya con la cabeza de Candelaria
busqué en toda la casa un lugar apropiado para llevármela. Encontré una grande
valija en la cual la cabeza de Candelaria cabía perfectamente, usé el bidón de
nafta rociando la casa, el cuerpo de la difunta lo deje en su cama cubierta por
sus sábanas blancas, abrí una ventana, me cambié de ropa y la que tenía sangre
la deje adentro junto a la mochila que me prestó Morgana. Y desde afuera de la
casa encendí una cerilla, la arrojé y me fui con la valija de Candelaria con su
cabeza dentro. Cuando salí de la casa de Candelaria traté de ocultar lo que
sentía internamente, la culpa me estaba matando.
Ese día al volver, Morgana me dio las
plantas medicinales junto a un gran abrazo, se despidió y me fui.
Dieciséis
Cuando volví caminando iba reflexionado
sobre todo lo que tuve que hacer, pensaba en lo preocupada que debía estar mi
esposa al saber que yo me había desaparecido dos días enteros, y sin saber nada
de mi lo mal que habrá estado. Llegue de vuelta a mi hermosa casa, abrí la
puerta pensando que del otro lado estaría mi mujer esperándome, anhelando mi
retorno. Pero no fue así, al abrir la puerta lo único que se hallaba era una
carta arriba de la mesa, la mayoría de los muebles no estaban, me preocupé por
lo que pudo haber pasado. Me arrimé a la mesa y tomé la carta que decía
No sabes por todo lo que he pasado, mi enfermedad
ha ido empeorando con el tiempo el primer día en el que te fuiste me dieron muchas
punzadas en el corazón, me sentía que me estaba muriendo, he tratado de ir a
trabajar, pero las puntadas ya eran muy seguidas, al volver del trabajo, miré
tele y espere a que llegaras, te esperaba con muchas ansias. Necesito una
compañía en esta casa, cuando fui al supermercado conocí a un muchacho
carismático que me brindó ayuda y se ofreció a llevar mis mercaderías hasta
nuestra casa, cuando él ya estaba aquí, cerró la puerta y sacó una pistola en
lo que yo vuelvo a la cocina el comenzó a tomar todos nuestros muebles de la
nada ya no era uno sino tres quienes lo ayudaban a llevarse todo. El segundo
día en el que no viniste, yo salí a pasear, a tomar un respiro de lo que había
sucedido. Cuando estaba en la calle un hombre me disparó muy cerca del corazón
por intentar robarme mi silla de ruedas.
Tal impacto, me hizo tener que volver como
antes a hacer reposo para ver si en mi corazón nada andaba mal, por eso si
éstas leyendo esta carta quiero que sepas, que puedes encontrarme en el
hospital donde nos conocimos. Y en caso que muera quiero que sepas que siempre
te he amado.
Al terminar de leer esto decidido, tomé mis
cosas y me dirigí al hospital.
Diecisiete
Ya en el hospital busqué a mi esposa que
debía estar en reposo, solo deseaba que ella no muriera. Cuando encontré donde
estaba e ingresé, la vi destrozada con el rostro lastimado. Cuando ella me vio
soltó un par de lágrimas de alegría y me dijo
-
Que suerte que hoy te encuentres aquí, los doctores me
dijeron que solo me quedaba un día para que mi corazón se detenga, el impacto
de la bala me ha dejado medio muerta y cuando acabé el día moriré.
-
No digas eso, te he traído un té que te curará tu enfermedad.
Bébelo, le ordene mientras de mis mejillas rodaban lágrimas.
-
Por más que me cure de esa maldita enfermedad, me moriré a
falta de un corazón en buen estado, hasta ahora ningún doctor consiguió un
donante de corazón.
-
Yo te daré mi corazón si es necesario, por ti me mataría, le
dije.
Fui con su médico y le conté que quería
donar mi corazón, que yo perdiera mi vida para darle más años a mi amada, era
todo lo que quería. Entonces me acerqué a Valentina y le di un beso eterno y me
despedí para siempre.
Fin
Valentín
Tarquinio
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