sábado, 24 de septiembre de 2016

Yo por ti... parte II

Parte II
Trece
   Hace días que mi mujer enfermó y no se cura, no sé qué hacer con ella, hemos ido a los más afamados doctores y aun así no se sabe que es lo que tiene. Hoy pedí un turno con una curandera, para ver si es que ella nos podría ayudar con este serio problema, también le notifique al hospital que ese día no iría a trabajar. Reuní valor me duché, me cambié y comencé a caminar (Tuve que ir a pie solo porque ninguno de los dos tenía un coche, moto o bicicleta) hasta la puerta de la curandera Morgana. Cuando me paré al frente a la puerta, toqué con fuerza, sabía que mi mujer se podría morir si es que yo no me apresuraba a buscar su cura. Una mujer alta de ojos negros penetrantes me miró con mala cara, sabía que yo era quien le interrumpía en su casa. Me hizo pasar, ella sabía a lo que venía me dijo- Hola Valentín, ¿Cómo está tu esposa?-
-          ¿Cómo sabes cómo me llamo?, ella ésta muy grave, hace días que no puede ir a trabajar. Por eso vengo hoy aquí, quisiera saber si sabe ¿que tiene y como puedo ayudarla?
-          Yo puedo hablar con el más allá, sé que tú tienes un hermano en la cárcel, sé que tu madre se suicidio al saber que tu padre la traicionó con tu sirvienta, sé que te casaste con la mujer que se quedó parapléjica y se traslada con una silla de rueda
-          ¡Wow!, me sorprendí.
-          Por favor dime dónde es que le duele
-          Le duele cerca del corazón, realmente nadie sabe lo que puede ser, hemos ido a muchos lados, pero nadie sabe que es
-          Ya sé, es un malestar que solo se pasa con un té de una planta que sale absolutamente cara, solo crece en la cima del Everest en sus cuevas más altas.
-          No creo que pueda pagarle, mi mujer me necesita, ésta muy enferma. ¿Qué puedo hacer para pagarle?
-          Sabes que en la vida uno consigue muchos amigos y enemigos, más enemigos que amigo, algunos son muy molestos y cargosos, algunas veces me gustarían que desaparecieran- dijo mientras me guiñaba un ojo.
-          O.K, dígame a quien le gustaría que desapareciera- le dije. Yo ya había entendido lo que quería que hiciese.  
-          Candelaria Berti, ella fue una compañera que siempre se burlaba de mí por tener una amiga con labio leporino, ella nos trataba de lesbianas.
-          Si tengo que matar alguien por amor lo haré, pero por favor dame esa planta.
-          Solo te voy a dar la planta cuando me traigas o su cabeza o su cuerpo sin vida
-          Pero la necesito ya, mi mujer ésta enferma.
   Al terminar de decir esto, me di cuenta que ya se había vuelto de noche, no llegaría a casa y si volvía no sería con vida. Solo llevé lo suficiente para pagar los 150 pesos de la consulta, sin decir que debía de “desaparecer” a una mujer. También debía de pedir asilo a la curandera.



Catorce
   Es el primer día que desperté en la casa de Morgana, le conté sobre mi situación, sobre que no podía volver sin la cura al malestar de Valentina, mi esposa, esta lo comprendió y fue muy empática conmigo y me dijo:- no te preocupes, pues yo te daré asilo sin tener que cobrártelo, siempre y cuando te comprometas a asesinar a quien te dije que debías matar. Hasta que no consigas la cabeza de Candelaria Berti no te dejare ir.
   Ese día la curandera, me dio el domicilio de Candelaria y me dijo que viera de hacerme el amigo de ella. La casa de Candelaria no quedaba tan lejos que podía pensar, casi eran vecinas, solo cuatro cuadras las separaban a quienes se odiaban con toda el alma. Morgana me invitó a desayunar, me contó sobre cómo es que había conocido a su amiga con paladar englido, y como es que Candelaria las maltrataba a ambas, sobre sus defectos y su relación. Se hizo de tarde cuando tomé valor para encaminarme a la casa de Candelaria. Cuando llegue toque la puerta y me le presenté tratando de convencerla que estaba descompuesto y le pedí un vaso de agua, la mujer que me abrió la puerta era un poco más joven que Morgana, a mi gusto ella era muy bonita de tono oscuro, parecía tan carismática, me invitó a entrar, me dio un vaso de agua y me pregunto cosas como mi nombre y mi domicilio. Le conté que estaba ayudando a una amiga con un problemita.
   Luego me invitó a almorzar con ella, parecía que se había enamorada de mí, pero le dije que no que hoy estaba ocupado, que quizás otro día, la pasaría a visitar y si podíamos, hacer algo juntos. Ella me comentó sus datos personales y me dio su número, lo agendé ya que sabía que debía de verla de nuevo.
   Cuando estaba volviendo, me puse a pensar sobre la mujer a la que iba a matar, no era merecedora de morir, lo mismo ya era muy tarde. Valentina se estaba muriendo y yo aquí.
   Ese día a la tarde le pedí a Morgana que me diera Cianuro para matar a aquella mujer. Por un momento ella desapareció y luego apareció con un tarrito de cianuro junto a un hacha pequeña y un bidón de nafta y fósforos, solo me guiñó un ojo, me acordé que debía de degollarla. Yo ya estaba preparada psicológicamente para hacer lo que me veía forzado a hacer.
   Esperé a que el día quedara totalmente en la sombra de la oscuridad nocturna, le agradecí a Morgana porque me estaba auxiliando dándome asilo, le prometí que mañana si o si le traería la cabeza de Candelaria.
   Cenamos, le agradecí la comida, me duché, me cambié (poniéndome la ropa que llevaba cuando salí de casa con el fin de encontrar la solución al problema de mi esposa) y me fui a dormir, lo único que incomodaba a mi estadía en lo de Morgana era que al ser una casa tan desolada y haber poco espacio solo daba lugar a una sola cama matrimonial. Por lo menos prefiero esto antes de estar durmiendo bajo el cielo estrellado, muriéndome de frio y llorando por dentro al pensar en Valentina sin poder hacer nada, encerrada entre esas cuatro paredes. ¿Qué será de ella? Me pregunté.


Quince
   Me levanté sin animo, sabía que a partir de hoy no sería una persona de bien, que debía de sacrificar a una mujer y que a la vez matar a mi cordura, mi reputación y ensuciar con sangre que no fuera de una persona del hospital, eso me jugaba en ventaja, mi experiencia con la sangre de los quirófanos, me volvería más resistente al ver a alguien sangrar.
   Me encaminé hasta la mesa y ya al frente de esta extendí mi mano y tomé todas cosas, el cianuro y un hacha pequeña, el bidón de nafta y los fósforos y las coloqué en una mochila que Morgana me prestó para llevar todo. Ya preparado abrí la puerta y salí en búsqueda de aquella chica que no merecía el mal. Al caminar por las cuatro calles en búsqueda de Candelaria, tomé un poco de sol ese día sí que hacía  mucho calor, decir que sudé solo al comenzar la segunda cuadra, mientras caminaba pensaba en Valentina, ¿si es que no estuviera enferma y se quisiera deshacer de mí?, luego me imaginé a Fabián, un amigo de Valentina, besándose con ella mientras yo acá como un idiota que está por asesinar a alguien por algo que no se sabe si es o no que funcione.
   Ya en lo de mi futura víctima,  toqué la puerta con timidez, a lo que Candelaria me abrió  e ingresé en la casa sin pedir permiso, ella se sorprendió de que yo volviera. Me saludó y de forma cómica dijo
-          Pasa, te invito a que pases
-          Oh, disculpa mi interrupción, dije enrojecido, sabía que había hecho mal al ingresar sin pedir permiso
-          Relájate, puedes sentirte como en tu casa, ¿Dime qué te trae por aquí?, dijo al verme sonrojado.
-          Gracias, solo vine porque me prometiste un trago.
-          No recuerdo haberlo dicho, pero igual te lo invito. Sacó dos vasos y en ellos sirvió una medida de tequila en cada vaso
-          ¿Podrías por favor traer papel de cocina para mi nariz?
-          Sí, como no
   Aproveché la situación, saqué el cianuro que tenía en un frasquito de vidrio que tenía en la mochila de Morgana, vertí todo su contenido en el vaso, y este al ser incoloro y sin sabor pasaba muy disimulado. Ya tenía el vaso de tequila con cianuro mezclado y en mi mano el de tequila que no tenía nada malo cuando Candelaria llegó con el papel de cocina en mano. Me soné la nariz, porque en serio tenía mocos y luego le dije que brindáramos por nuestro  encuentro, alzamos nuestros vasos de tragos e hicimos ambos un fondo blanco, en cuestión de minutos ella cayó al suelo y comenzó a convulsionar, ya que estaba paralizada por el veneno saqué mi hacha pequeña y comencé a hachar el cuerpo de la inocente, la mayoría de los hachazos iban dirigidos al cuello, mientras la hachaba lloraba, sabía lo que estaba haciendo y aun así no paré. Terminé por arrancar la cabeza con ambas manos, la sangre chorreaba como la que se vuelca al clavar un puñal a un cerdo en el matadero. Ya con la cabeza de Candelaria busqué en toda la casa un lugar apropiado para llevármela. Encontré una grande valija en la cual la cabeza de Candelaria cabía perfectamente, usé el bidón de nafta rociando la casa, el cuerpo de la difunta lo deje en su cama cubierta por sus sábanas blancas, abrí una ventana, me cambié de ropa y la que tenía sangre la deje adentro junto a la mochila que me prestó Morgana. Y desde afuera de la casa encendí una cerilla, la arrojé y me fui con la valija de Candelaria con su cabeza dentro. Cuando salí de la casa de Candelaria traté de ocultar lo que sentía internamente, la culpa me estaba matando.
   Ese día al volver, Morgana me dio las plantas medicinales junto a un gran abrazo, se despidió y me fui.
Dieciséis
   Cuando volví caminando iba reflexionado sobre todo lo que tuve que hacer, pensaba en lo preocupada que debía estar mi esposa al saber que yo me había desaparecido dos días enteros, y sin saber nada de mi lo mal que habrá estado. Llegue de vuelta a mi hermosa casa, abrí la puerta pensando que del otro lado estaría mi mujer esperándome, anhelando mi retorno. Pero no fue así, al abrir la puerta lo único que se hallaba era una carta arriba de la mesa, la mayoría de los muebles no estaban, me preocupé por lo que pudo haber pasado. Me arrimé a la mesa y tomé la carta que decía
   No sabes por todo lo que he pasado, mi enfermedad ha ido empeorando con el tiempo el primer día en el que te fuiste me dieron muchas punzadas en el corazón, me sentía que me estaba muriendo, he tratado de ir a trabajar, pero las puntadas ya eran muy seguidas, al volver del trabajo, miré tele y espere a que llegaras, te esperaba con muchas ansias. Necesito una compañía en esta casa, cuando fui al supermercado conocí a un muchacho carismático que me brindó ayuda y se ofreció a llevar mis mercaderías hasta nuestra casa, cuando él ya estaba aquí, cerró la puerta y sacó una pistola en lo que yo vuelvo a la cocina el comenzó a tomar todos nuestros muebles de la nada ya no era uno sino tres quienes lo ayudaban a llevarse todo. El segundo día en el que no viniste, yo salí a pasear, a tomar un respiro de lo que había sucedido. Cuando estaba en la calle un hombre me disparó muy cerca del corazón por intentar robarme mi silla de ruedas.
   Tal impacto, me hizo tener que volver como antes a hacer reposo para ver si en mi corazón nada andaba mal, por eso si éstas leyendo esta carta quiero que sepas, que puedes encontrarme en el hospital donde nos conocimos. Y en caso que muera quiero que sepas que siempre te he amado.
   Al terminar de leer esto decidido, tomé mis cosas y me dirigí al hospital.
Diecisiete
   Ya en el hospital busqué a mi esposa que debía estar en reposo, solo deseaba que ella no muriera. Cuando encontré donde estaba e ingresé, la vi destrozada con el rostro lastimado. Cuando ella me vio soltó un par de lágrimas de alegría y me dijo
-          Que suerte que hoy te encuentres aquí, los doctores me dijeron que solo me quedaba un día para que mi corazón se detenga, el impacto de la bala me ha dejado medio muerta y cuando acabé el día moriré.
-          No digas eso, te he traído un té que te curará tu enfermedad. Bébelo, le ordene mientras de mis mejillas rodaban lágrimas.
-          Por más que me cure de esa maldita enfermedad, me moriré a falta de un corazón en buen estado, hasta ahora ningún doctor consiguió un donante de corazón.
-          Yo te daré mi corazón si es necesario, por ti me mataría, le dije.
   Fui con su médico y le conté que quería donar mi corazón, que yo perdiera mi vida para darle más años a mi amada, era todo lo que quería. Entonces me acerqué a Valentina y le di un beso eterno y me despedí para siempre.
Fin
Valentín Tarquinio






     

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